Trujillo regaló las mieles a Haití.
Los presidentes, dominicano y haitiano, Rafael L. Trujillo y Stenio Vincent, el 14 de abril de 1936 firmaron la ratificación del acuerdo de límites que se había firmado el 21 de enero de 1929, por los que en aquella ocasión eran los mandatarios isleños Vásquez y Bornó, pasando por alto la violación de lo acordado con relación al trazado de la frontera en la zona de La Miel.
Los presidentes Trujillo y Vincent, por la labor de sus cortesanos más sumisos, fueron promocionados para que se les otorgara el premio Nobel de la Paz, y hasta Suecia llegó la solicitud que fue recibida para ser ponderada por el comité de selección, afortunadamente eso no ocurrió, ya que meses más tarde explotó la tragedia de haitianos masacrados en octubre de 1937.
El trazado de la línea fronteriza, que se encargó a una comisión mixta binacional para plasmar en el terreno los bornes en los 391 kilómetros de la frontera, ubicaba a La Miel, ya poblada por familias haitianas, al este de esa línea o sea en territorio dominicano, pero a la hora de la ratificación en 1936 apareció al oeste, de manera que un millón de tareas de territorio dominicano (629 kilómetros cuadrados), pasaron a manos haitianas, pero no hubo intentos de corrección, pues parece que Trujillo buscaba el apoyo haitiano para la construcción de los 47 kilómetros de la Carretera Internacional desde Restauración hasta Pedro Santana, a poca distancia de Bánica, por lo que no hubo una insistencia para corregir ese error. Así los haitianos agregaron una nueva superficie a los cuatro mil kilómetros cuadrados originales que ya se le habían reconocidos por los tratados de 1874 y 1929, ratificado en 1936, tal como ocurrió con Cachimán y Veladero.
El asunto del territorio de La Miel ha sido tratado por varios intelectuales dominicanos, y al último que escuché hablar del mismo fue al ingeniero a José Israel Cuello en el popular programa Revista 110, y al investigar encontré una obra bien cotizada, escrita por Danilo Arturo Féliz Sánchez y su hijo Arturo Feliz Camilo, con el título del Protocolo de La Miel y la Frontera Dominico-haitiana, así mismo los conocidos intelectuales Manuel Núñez y William Páez Piantini se han referido al tema en varias ocasiones y este último ofreció una conferencia que reseñó Diario Libre hace pocas semanas.
Páez Piantini es un apasionado de los asuntos fronterizos y continuamente está ofreciendo valiosos datos acerca de la situación actual de nuestra línea divisoria, que ya ni siquiera los bornes están en sus lugares y narra esa soledad, que de seguro fue la que dio origen a que los haitianos no solo se apoderaran tranquilamente de La Miel sino de Veladero o Belladere, como se conoce al otro lado de Elías Piña, que pertenecía a los dominicanos, y así nos damos cuenta de cómo los haitianos no pierden la oportunidad para aprovecharse, como lo han hecho ahora con las prohibición de los 23 productos criollos que solo pueden ingresar por mar y aire y ya lo hicieron en 1890, con una cantidad de productos que solo entraban si pagaban los aranceles correspondientes, y en especial por mar.
Desde que a principios del siglo XIX los haitianos se apoderaron de las poblaciones de San Miguel de la Atalaya, San Rafael de la Angostura, Hincha y Las Cahobas, no pierden una oportunidad para introducirse clandestinamente y aposentarse en los mismos, como en varias ocasiones lo han hecho tanto en la zona de Pedernales como en la zona de Dajabón y en Elías Piña. Si se llevara a cabo una rigurosa inspección de la frontera aparecerían cosas muy interesantes de cómo las escuelas de la zona tienen una matrícula de más del 60% de escolares haitianos o familias se han ido estableciendo tranquilamente en los ranchos y chozas en los parajes que antes eran de familias dominicanas a escasos metros de la frontera, y en algunos sitios han penetrado hasta más de 300 metros.
Otro aspecto de la zona de La Miel es que se encuentra ubicada en la zona donde se ha detectado un rico yacimiento de oro que comienza en Restauración y cruza a Haití por la zona de La Miel, entonces el futuro de la zona es muy promisorio para ambos estados, si se logra un acuerdo justo para una explotación con todo el rigor científico de la época.
Texto: Fabio Herrera Miniño