Por Lesli Acevedo
Desde la infancia; pero con edad de entendimiento, escuchaba a mi madre decirnos, a mí y a mis hermanas: ustedes deben prepararse, estudiar duro, tener buenas calificaciones; buen comportamiento, respeto y obediencia para que sus vidas sean diferentes a la que yo he tenido que vivir.
Recordando todo lo expresado por ella, como un padre nuestro pregunto, ¿cuántas serían las progenitoras que cada día le repiten a sus retoños las mismas palabras? ¡Que el conocimiento es quien te permitirá tener una existencia de mayor calidad!
Esos consejos que se expresaban del alma por muchas creadoras, apostando a la preparación, tanto a nivel de primaria como de secundaria, cursos técnicos y grados universitarios, te llevarían a convertirte en un proveedor capaz de asumir compromisos.
Con la plena seguridad de que al cumplir todas estas inquietudes no tendría preocupaciones algunas a determinada edad, porque si los cálculos no estaban mal, según lo analizado; la esperanza era que el Estado permanecería en monitoreos constantes de tus movimientos estudiantiles para garantizar la famosa estabilidad y cambio de subsistencia, una vez concluida, dicha preparación.
Iniciar el recorrido competente que te permita convertir en verdad todo lo que vienes escuchando, parecería ser imposible en un país que te exige cada instante más de lo que te ofrece.
Porque si observa el panorama, ¿cuantos son aquellos que se preocuparon por darle al sistema lo que supuestamente necesitaban, para darte a cambio salud, economía estable, seguridad social, estabilidad mental, educación y un retiro digno cuando ya no pueda cumplir por edad tus obligaciones competentes,
Entonces yo pensando que realizar esfuerzos para graduarme con honores, tener varios títulos universitarios, maestrías, posgrados; estudios fuera del país, brinda en verdad esa existencia arraigada.
A juicio de los padres, de que eso es lo que te llevara a esa ilusión de parámetros que te exige el sistema, y que luego solo se convierten en desilusión.
De preguntarte si realmente valió la pena tantas noches sin dormir, sin comer, asistir a clases con hambre, pedir hasta ayuda si era necesario para cumplir las promesas basadas en oportunidades y que luego de llegada la madurez sería remunerado en la parte correspondiente a tus esfuerzos realizados.
No porque fuera exactamente lo que hubiera querido elegir; pero fue el sistema que te dijo que todo sería diferente de hacerlo así.
Muchos años después solo mira frustraciones, de no saber si realmente te están dando o te permitirán disfrutar de lo que te prometieron, a cambio de la petición de dar lo mejor, para luego tener el compromiso de regresar todo un tiempo dedicada a cultivar ser la mejor versión de mi; para poder colaborar con un Estado con mayor realidad Social.
Que conste, solo son pensamientos; cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.