El 6 de Agosto de 1945, se escribía una de las más atroces páginas de la historia de la humanidad, ese día se lanzó sobre la ciudad Japonesa de Hiroshima una bomba de Uranio de 13 kilotones que acabó en segundos con 70.000 almas y 70.000 más por las quemaduras y posterior radiación.
La mañana del 6 de Agosto, el bombardero Boeing B-29 Superfortress, bautizado “Enola Gay” partió de la isla de Tinian con una bomba de fusión de Uranio de 13 Kilotones llamada “Little Boy”, la nave al mando del Coronel Paul Tibbets era acompañada por otros dos bombarderos B29, en uno de ellos se llevaban todo tipo de instrumentos de medición y en el otro cámaras para la filmación del tétrico evento al mando del director del proyecto Manhattan, Leslie Groves, responsable del diseño de la bomba.
A las 8:15 de la mañana el Capitán William Parsons lanzó la bomba, que como fue planeado, para causar mayor daño, explotó a 500 mts del suelo, en menos de un segundo la temperatura llegó a mas de un millón de grados, incendiando el oxigeno y provocando una onda expansiva inusitada que borró de la superficie todo rasgo de civilización, 70.000 civiles murieron en el acto, mas de la mitad literalmente se evaporaron.
Cuando los aviones dieron unas vueltas de reconocimiento para filmar el hongo que provocó, el Copiloto del Enola Gay “Robert Lewis” dijo “-Pero, que hemos hecho”, fue el único tripulante que demostró culpa y arrepentimiento, el resto sentía el arrogante orgullo del deber cumplido. La cuidad quedó en silencio, no había edificios, no había gente en pie, al ser destruidos todos los hospitales tampoco había médicos para atender a los heridos, en los días posteriores otras 70.000 personas murieron por las quemaduras o la radiación, las generaciones posteriores sufrieron nacimientos de fetos muertos o malformados, las consecuencias tardaran siglos en desaparecer.
El primer ataque atómico contra la población civil fue coronado con un discurso patético y plagado de referencias megalómanas del presidente Truman, “-Si no aceptan nuestros términos, pueden esperar una lluvia de ruina desde el aire, algo nunca visto hasta ahora sobre esta tierra”, mientras los Japoneses debatían las condiciones de su rendición les esperaba una nueva muestra de la irracionalidad humana, Nagasaki.