Por: Hector Garcia

República Dominicana siempre se ha caracterizado por ser partícipe de grandes aportes al desarrollo político, social, humanitario y sobre todo por ser el primer país de América en la creación de su escuela de formación académica para diplomáticos y cónsules.

La disposición de Estado mediante la cuál se reglamenta la formación diplomática en la República Dominicana, es el decreto no. 924, de fecha 12 de febrero de 1934, durante el primer gobierno de Rafael L. Trujillo Molina. En el mismo se instruía impartir curso sobre Teoría y Práctica del Derecho Consular.

Los representantes diplomáticos y consulares de un Estado antes los demás países u organismos internacionales, deben tener la obligación de velar por los intereses de su país y sus ciudadanos que visiten o radiquen en ese territorio.

Dice el embajador Manuel Morales Lama en su libro «Diplomacia Contemporánea, Teoría y Práctica para el Ejercicio Profesional» que el diplomático debe ser inteligente, sagaz, tener modales, saber el idioma del país receptor y siempre defender los bienes de su país. El éxito de las delegaciones se medirán de que inversión y que aportes de la dominicanidad hay en ese país.

Se hace estas reflexiones para contestar la pregunta que tiene este articulo como eje central ¿Qué ha pasado con la diplomacia dominicana? Son muchas las respuestas para poder responder de manera ágil y con el mayor grado de responsabilidad. La República Dominicana es miembro fundador de la Organización de las Naciones Unidas y de la Organización de Estados Americanos, el primero como el centro de integración internacional donde hay aproximadamente 194 países, con grandes aportes a la paz y estabilidad económica, social, política y de prevención de conflictos bélicos, el segundo bloque de integración de los países de América.

República Dominicana tiene una ubicación geográfica envidiable para liderar a través de la diplomacia regional los procesos que se desarrollan en la integración, mediación y canalización de inversiones extranjeras para dinamizar la economía, y mejor aún convertir la producción agrícola, turismo y servicios en potencia del caribe. Sin embargo no hemos tenido la visión de mirar a los vecinos del caribe, de capacitar y preparar mentalmente a nuestros representantes a que no deben tener sentimientos y emociones encontradas a la hora de salir a representar la patria. Hay ejemplos claros de países que no tienen un poderío económico y sin embargo utilizan y manejan la diplomacia en beneficios de su país.

República Dominicana puede diseñar mediante capacitaciones del Instituto de Educación Superior en Formación Diplomática y Consular, la diplomacia del agua dulce, consiste en diseñar Políticas Públicas dirigidas a venderle agua de nuestras cuencas a las islas del Caribe que no producen el preciado líquido. También la diplomacia del béisbol, podemos exportar entrenadores y asesores a todos los países para enseñar nuestro deporte nacional y una diplomacia turística.

Ejemplo de una diplomacia fuerte y coherente es de países como Estados Unidos de Norteamérica con su diplomacia del dólar, Los Estados Unidos Mexicanos con su doctrina Estrada, el Estado cubano tiene muy buena presencia diplomática en sus países amigos. Por qué República Dominicana siendo el país con la visión más clara de la importancia de formar sus representantes diplomáticos y cónsules en las américas, debemos dejarnos sentir con fuerza en la escena internacional. Sin embargo como es natural que donde esté radicada la diáspora habrá mayor impacto diplomático, ejemplo sería EE.UU, España, Haití, Chile, Argentina, entre otros países.

La voluntad del cambio de una nueva política exterior debe prevalecer sobre todos los demás intereses. La imagen que se proyecte debe ser de un país con altos niveles de educación, seguridad jurídica y sobre todo de respeto a los derechos humanos.

Por Redacción

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