El 13 de junio del año 323 aC, en el palacio de Nabucodonosor II de Babilonia, con solo 32 años, moría uno de los mas grandes conquistadores de la historia, ese día se apagaba la vida de Alejandro Magno.

Nacido en Pella, Macedonia Griega, en el año 356 AC, con el nombre de Alejandro III de Macedonia, su padre, el rey Filipo II se encargó de prepararlo militarmente y encomendó a Aristóteles su formación intelectual.

Alejandro se convirtió en un joven valiente y astuto, por ello con solo 16 años su padre lo puso a cargo de la caballería macedónica en la batalla de Queronea y a enfrentar la insurrección de Tracia. Su ambición, determinación y coraje hicieron que su padre le dijera «Búscate otro reino, hijo, pues Macedonia no es lo suficientemente grande para ti», así fue que al ser coronado con solo 20 años se lanzó a la conquista del imperio Persa.

Cambió por completo la estructura política del imperio, no aplastaba las zonas conquistadas, intercambiaba conocimientos y aprovechaba a sus intelectuales, transformando sus conquistas militares en culturales. Durante su reinado estuvo siempre en campaña, consolidó las fronteras de los Balcanes, anexó los territorios de Egipto, del imperio aqueménida, y del extenso imperio Persa, las fronteras de sus conquistas llegaban hasta las actuales India y Mongolia.

El 2 de Junio del año 323 AC, asistió a un banquete organizado por su amigo Medio de Larisa en babilonia, esa misma noche comenzó a tener fiebre y desmayos, nunca se recuperó, fue trasladado al palacio de Nabucodonosor II donde agonizó durante once días.

El respeto que su tropa sentía por él, hicieron que se les permitiera desfilar frente a su lecho durante sus dos últimos días de vida, finalmente falleció el 13 de junio, las disputas por su sucesión generaron el desmembramiento del imperio.

Su cuerpo fue puesto en un sarcófago antropomorfo de Oro y a su vez dentro de un ataúd también de oro, ambos depositados junto con su armadura en un carruaje dorado que tenía un techo abovedado soportado por peristilos jónicos, todo esto se perdió por los sucesivos saqueos iniciados por Calígula. Si bien se lo tilda de tirano megalómano que destruyó la estabilidad creada por los persas, su figura y legado sirvió de inspiración para otros conquistadores como Julio César y Napoleón Bonaparte.

Como anécdota que describe su personalidad se sabe que recorriendo parte de sus nuevas tierras conquistadas, perdió el rumbo, se acercó a una pareja de campesinos, se identificó y les preguntó por el cauce del río que buscaba, la pareja le indicó el camino, Alejandro le dijo «-en agradecimiento por su ayuda le otorgo el derecho a explotar la tierra que habita hasta donde llegue su mirada en el horizonte», el campesino le respondió que no sabía si era digno de semejante regalo, a lo que Alejandro le responde «No, pero un regalo debe estar a la altura de quién lo otorga, no de quién lo recibe.»

Por Redacción

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