El expresidente de Uruguay padecía un cáncer de esófago.
A la mañana siguiente de su victoria electoral en las elecciones presidenciales del 2009, José Pepe Mujica estaba tranquilamente en su chacra a las afueras de Montevideo.
Solo un coche de la policía aparcado en el camino de tierra indicaba que en aquella casa humilde rodeada de campos de cultivo vivía el futuro presidente de Uruguay. Y allí siguió viviendo durante los cinco años de su mandato, renunciando a alojarse en la residencia presidencial.
Mujica falleció este martes a los 89 años tras padecer un cáncer de esófago, enfermedad que había hecho pública en abril del año pasado. “Con profundo dolor comunicamos que falleció nuestro compañero Pepe Mujica.
Presidente, militante, referente y conductor. Te vamos a extrañar mucho Viejo querido. Gracias por todo lo que nos diste y por tu profundo amor por tu pueblo”, escribió en X el presidente uruguayo, Yamandú Orsi, al comunicar el deceso de una figura que, con su particular idiosincrasia y humildad, se convirtió en emblema y ejemplo de honestidad política en el mundo, internacionalizando un país de poco más de tres millones de habitantes.
Su llegada a la presidencia en el 2010 representó la confirmación del giro progresista en Uruguay que se había iniciado en el 2005 con la llegada al poder del socialista Tabaré Vázquez con la coalición centroizquierdista Frente Amplio (FA), de la que también formaba parte el Movimiento de Participación Popular (MPP) de Mujica. Sin embargo, para los uruguayos, la carga simbólica era mucho mayor porque Mujica era un exguerrillero tupamaro emblemático que había dejado literalmente el cuerpo en la lucha contra la dictadura cívico-militar (1973-1985).

Matilde Campodonico / Ap-LaPresse
Mujica fue uno de los nueve “rehenes” del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros que la dictadura mantuvo cautivos en condiciones infrahumanas durante largos años.
No habían sido juzgados y la mayor parte del tiempo no lo pasaron en la cárcel, sino que permanecían en secreto en distintos recintos militares, a veces literalmente en hoyos cavados en la tierra. De esta manera, los militares consiguieron que los Tupamaros abandonaran las acciones armadas, bajo la amenaza de matar a los “rehenes”.
“Nos tenían bajo tierra, a media ración, sin agua y muchas veces acabamos reciclando nuestros propios orines”, explicaba a este periodista en una ocasión Mauricio Rosencof, uno de los “rehenes”.
Mujica acabó pasando casi quince años privado de libertad, sumando sus cuatro detenciones pero, de estos, estuvo estrictamente once años, seis meses y siete días en un interminable viaje por varios cuarteles militares.

PABLO PORCIUNCULA / AFP
En su chacra, compartía vida e ideales políticos con la también exguerrillera Lucía Topolansky, quién ocupó la vicepresidencia del país entre el 2017 y el 2020. Antes de llegar a la presidencia, fue también ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca (2005-2008) durante el gobierno de Vázquez.
La noticia del fallecimiento se conoció a última hora de este martes y, en seguida, las condolencias llegaron desde todos los países, empezando por España. El presidente Pedro Sánchez escribió en X: “Un mundo mejor. En eso creyó, militó y vivió Pepe Mujica. La política cobra sentido cuando se vive así, desde el corazón. Mi cariño más profundo para su familia y para Uruguay. Eterno, Mujica”.
Fuente: la Vanguardia.