El Intelectual Católico que Defendió la Democracia, la Educación y los Valores Cristianos en Argentina.
Nacido en Buenos Aires el 13 julio de 1842, la prematura muerte de su madre hizo que fuera criado por su abuela, Carmen de Liniers quién veló por que recibiera una educación de excelencia y dentro de la fe católica.
A los 16 años ya mostraba pasión por el periodismo y la investigación, fruto de ello es «Al descubrimiento de América» con el que ganó el 1º premio del concurso anual del Liceo Literario de Buenos Aires, esto lo alentó para fundar junto a su hermano Santiago Estrada el semanario «La Guirnalda».
Con solo 17 años se transformó en una de las voces más fuertes que instaban a la Valentín Alsina a unir a Buenos Aires con la Confederación Argentina y formar una verdadera nación, paralelamente reunía a artesanos y trabajadores para inculcarles la fe católica y ver como esto se amalgamaba con sus necesidades, antecedente directo de la «Doctrina social de la iglesia».
Fue un incansable defensor de la compatibilidad entre democracia y cristianismo, enfrentando a la estructura ortodoxa de la iglesia y a los políticos que pugnaban por una educación laica. A sus jóvenes 22 años, junto a Lucio Mansilla funda el Círculo Literario Argentino, concentrándose principalmente en el estudio de la historia nacional, esto le valió su primer cargo público, ser el titular del curso de Historia argentina en la nueva Escuela Normal de Profesores, tal era su prestigio que las clases se llenaban incluso con políticos y vecinos. Domingo Faustino Sarmiento no comulgaba con la fe católica de Estrada, pero respetaba y admiraba sus conocimientos sobre historia, por ello creó la cátedra de Instrucción Cívica en el Colegio Nacional de Buenos Aires y lo nombró titular.
Con su prestigio en alza fue nombrado jefe del departamento de escuelas de la Provincia de Buenos Aires, desde su cargo combatió el ausentismo, impulsó una campaña de perfeccionamiento académico, calificaciones a su desempeño y lo más importante, logró que se les reconociera su aporte al desarrollo de la nación y se les remunerara dignamente abandonando el concepto de sacerdocio ad honorem. Con la nación unificada, la Provincia de Buenos Aires debía modificar su carta magna, Estrada fue electo convencional constituyente, concentrándose en temas educativos y la autonomía universitaria.
Luego de ser electo Diputado Provincial, el presidente Nicolas Avellaneda lo nombra Dirección General de Escuelas Normales y pese a no ser abogado lo pone a cargo de la cátedra de Derecho constitucional y administrativo en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, desde este puesto defendió el sufragio universal y la representación real de las minorías. Avellaneda estaba entusiasmado con la tarea de Estrada y no dudaba en sumarle cargos y responsabilidades, en 1876 lo nombra rector del Colegio Nacional Buenos Aires, en su nuevo cargo, orientó la currícula dándole más importancia a la historia y el civismo, categorizó a los docentes logrando una mejora económica sustancial en sus haberes, aún es recordada su frase, «-Los docentes con vocación no deben ser confundidos con mártires».
El enfrentamiento con Leandro Alem, quién bregaba por una educación laica, desgastó a Estrada quién a favor de la educación católica fue perdiendo protagonismo en la escena capitalina, se concentró en temas federales como el impedir la intervención británica en Tierra del Fuego y la defensa de la institucionalidad en las provincias de Córdoba y Tucumán.
Fue orador en el mitin donde nació la Unión Cívica de la Juventud, germen de la futura Unión Cívica Radical, esa misma noche sufrió un desmayo, su salud nunca se recuperó, desapareció de la vida pública hasta su muerte el 17 de septiembre de 1894.