Texto: Hector Minaya
Mientras los políticos de la Casa Blanca soñaban con una rápida solución diplomática al conflicto bélico dominicano de abril de 1965, las autoridades locales daban apoyo moral y probablemente logístico a las tropas del Gobierno de Reconstrucción Nacional (GRN) para emprender la operación limpieza en la zona Norte de la Capital.
El GRN, presidido por el general Antonio Imbert Barreras, inició su gestión tras ser juramentado el 7 de mayo de 1965, pero la vida económica en la zona Norte había llegado a un punto muerto ya que las fábricas cerraron.
Disturbios por los alimentos no tardaron en estallar. Era una situación preocupante para el GRN, que consideraba que era intolerable y que había que tratar con rapidez para evitar un caos mayor.
Sobre la base de sus propias observaciones la Comisión de la OEA que se encontraba en el país preparó un sombrío informe en el que no albergaba muchas esperanzas de una solución política a la crisis.
El 10 de mayo, las fuerzas rebeldes arreciaron el ataque a las tropas del GRN estacionadas en la sede de Transporte del Ejército Nacional, ubicada en lo que hoy el residencial Ortega y Gasset, del ensanche La Fe.
Ante el avance rebelde, el 13 de mayo, el comandante militar de las tropas de Estados unidos en el país, general James Palmer y el embajador William Taplay Bennett recomendaron al Departamento de Estado una acción militar unilateral de EE.UU. para restaurar el orden en el Norte.
La operación se llevaría a cabo en tres fases. Fase I implicaría la ampliación del cordón de seguridad en una operación que se apoderaría de Radio Santo Domingo. La fase II implicaría ampliar este cordón hacia el norte hasta la avenida San Martín, que serviría como la línea de partida para la Fase III, un barrido del norte hasta el río Isabela.
De acuerdo al plan, durante la última fase las fuerzas rebeldes serían capturadas o destruidas, y así se aseguraría el complejo industrial dominado por las fuerzas constitucionalistas.
El plan no fue bien recibido en la Casa Blanca, quienes a diferencia de los funcionarios de Estados Unidos en la escena local abogaban por una solución diplomática al conflicto dominicano.
Pero por lo delicado de la situación en la zona en que estaba enclavada la actividad económica de la Capital, una gran confrontación militar con los rebeldes, que sería iniciada por las fuerzas de EEUU o las tropas del GNR, o los dos juntas, parecían cosa de cuestión de horas.
La oposición de los políticos de Washington para extender la confrontación era vista por los funcionarios estadounidenses locales como otro ejemplo de la interferencia de esas autoridades que carecían de una apreciación profunda de la complejidad de la “visión local”.
El 15 de mayo, el mismo día en que Imbert monta una ofensiva masiva contra los rebeldes en el Norte, denominada Operación Limpieza, llega al país una comisión enviada por el presidente Lyndon B. Jonson, presidida por su consejero de Seguridad Nacional, McGeorge Bundy.
La mayoría de los funcionarios y oficiales militares de Estados Unidos en Santo Domingo sabían de la inminencia de ataque y le dieron su bendición tácita.
Las acusaciones de que las tropas estadounidenses en realidad ayudaron en la operación, ya sea activa o por permitir que las tropas del GNR cruzar hacia el Norte por el cordón de seguridad nunca fue fundamentada. Al parecer Imbert eludió la zona de seguridad para el transporte de sus fuerzas hacia el norte.
Contrariamente a las expectativas de los oficiales estadounidenses, la ofensiva de Imbert resultó con éxito, aunque a un costo muy sangriento en la vida de civiles rebeldes e inocentes.
Decenas de combatientes cayeron en el Cementerio Nacional, ubicado en la avenida Tiradentes, hoy Máximo Gómez y miles resultaron heridos. Otros combatientes sufrieron igual suerte en la cercanía de la fortaleza de Transportación del Ejército.
Bundy consultó a Washington sobre el envío de tropas de Estados Unidos hacia el norte para establecer una nuevo cordón de seguridad como el que había aislado a los combatientes de Ciudad Nueva.
Aunque Palmer indicó que esto podría hacerse, se mostró escéptico sobre el envío de tropas estadounidenses en medio de una situación en la que podrían ser atacados por los dos lados. Al final resultó que, la planificación para el nuevo corredor no pudo seguir el ritmo por los avances de las tropas del GNR.
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