Isidro Américo Lugo Herrera. Conocido como Américo Lugo, fue un abogado, escritor, periodista, jurista e historiador, discípulo de Eugenio María de Hostos y un fiel desafiante de la Intervención Militar Estadounidense de 1916 y de la Dictadura de Rafael Leónidas Trujillo Molina.


Nació en la calle El Conde esquina Sánchez, en la Ciudad Colonial de Santo Domingo, el 4 de abril de 1870. Lugo nació en la ciudad de Santo Domingo, sus padres fueron Don Joaquín Lugo Alfonseca y Cecilia Herrera Veras. Tuvo tres hermanos: Ana Teresa, Félix Santiago y Manuel Joaquín. Realizó sus estudios básicos y secundarios en Santo Domingo, y obtuvo los títulos de bachiller en ciencias y letras en 1886, Licenciado en Derecho 1890 y doctor en derecho 1916, éstos dos últimos en el “Instituto Profesional”.
En su momento se consideró la primera figura de la juventud literaria de comienzos del siglo XX.


Historiador de altos vuelos, alternó con su trabajo de investigación una labor periodística que lo llevó a fundar y a dirigir en San Pedro de Macorís, en 1922, el periódico «Patria», trasladado después a Santo Domingo. También escribió para el «Listín Diario», «El Progreso», «La Cuna de América», «El Tiempo», «El Eco de la Opinión», «El Mensajero» y «El Porvenir», de Puerto Plata. Fue mecenas y colaborador del movimiento «La Poesía Sorprendida».


Desde los inicios de la Intervención Norteamericana al país en el año de 1916, Lugo mostró su rechazo, y en conjunto con otros grandes de la literatura dominicana, formó parte del llamado Unión Nacional Dominicana, el cual tenía como principal objetivo lograr que los norteamericanos desocuparan el país.


Su campaña periodí­stica y sus disertaciones en contra de este insólito hecho motivó en 1920 que la llamada Alta Comisión Militar lo detuviera como a tantos otros patriotas, pero su verticalidad fue de tal magnitud que desconcertó al organismo opresor, al punto que aplazó la causa y el fallo no fue pronunciado y se le concedió la libertad mediante el pago de una fianza de $300.00.


Esa misma actitud ireeductible acerca de la intervención militar norteamericana de don Américo, puede verse en los lineamientos programáticos del Partido Nacionalista, cuyos estatutos elaboró y cuya presidencia ostentaba en 1925.


Su variada bibliografí­a bien puede ser considerada como modelo de voluntad y de dignidad. El 18 de julio de 1935 suscribieron el Dr. Américo Lugo y el Gobierno dominicano un contrato por US5,000 para escribir una historia de la isla de Santo Domingo, desde el descubrimiento hasta 1899, pero a Trujillo se le ocurrió decir el 26 de enero de 1936, durante la inauguración de un acueducto y un mercado en la comunidad de Esperanza, que él habí­a confiado a Lugo «escribir, en calidad de Historiador Oficial, la historia del pasado y del presente», aseveración que Lugo rechazó tajantemente.

Entendí­a que «historiógrafo e historiador oficial huele a palaciego o cortesano, y yo soy la antí­tesis de todo eso», y, además, para él «la virtud y la ambición son en principio incompatibles».
Durante el oprobioso régimen del tirano Rafael Leonidas Trujillo Molina mantuvo una actitud de abierta oposición. Amenzado y vigilado se vió en la necesidad de vivir prácticamente encerrado en su hogar.

Muchas veces fue invitado para que aceptara cargos públicos y rechazó cada una de esas invitaciones.
Dentro de sus escritos más importantes se encuentran:


Heliotropo, (Poesía 1903), Santo Domingo.
Camafeos (Cuento 1919), La Vega.
Ensayos dramáticos, (Teatro 1906), Santo Domingo
y los ensayos:


A punto largo, (1901), Santo Domingo
El plan de validación Hughes-Peynado, (1922), Santo Domingo
El nacionalismo dominicano, (1923), Santo Domingo.


Muerte
Con esas ideas vivió y con ellas bajó a la tumba acosado por el régimen trujillista y marginado por muchos que una vez fueron sus amigos íntimos, casi en la miseria, murió en Santo Domingo el 4 de agosto del 1952, en un ambiente de soledad, casi inadvertido.
 
 

Por Redacción

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