El 10 de mayo de 1943 en la ciudad de Changjiao, provincia de Hunan, China, tenía lugar uno de los hechos mas aberrantes de la guerra del Pacífico, la “Masacre de Changjiao”.

Japón había iniciado una campaña terrestre para conquistar una ancha franja continental de China para asegurar la posesión de la costa del Pacífico, para ello se dispusieron decenas de avanzadas a cargo de varios comandantes de experiencia e idoneidad, entre ellos se encontraba “Shunroku Hata”.

La efectividad de este comandante hizo que su flanco avanzara sin descanso y el hecho de la escasa militarización de la provincias Chinas hizo que los invasores se creyeran dioses imbatibles. Shunroku Hata fue ascendido a General por el alto mando del Ejército Imperial Japonés.

El 9 de Mayo llegaron a la ciudad de Changjiao, y se establecieron en las afueras, como en todas las ciudades Chinas los hombres estaban destinados a tareas militares, por lo que en ellas solo había niños mujeres y ancianos, en la mañana del 10 de Mayo el General ordenó a sus hombres que avanzaran por la ciudad y masacraran a todo el que encontraran, les dio libertad para utilizar los métodos que creyeran necesarios, y les permitió que liberaran sus instintos como premio por la tarea realizada.

Durante los siguientes 3 días se sucedieron innumerables violaciones de mujeres y niños, torturas, ejecuciones y aberrantes prácticas como desmembramientos, cremaciones a personas vivas y asesinatos de familias enteras por orden de edad, el resultado fue de 30.000 civiles muertos. La campaña del batallón siguió normalmente hasta el fin de la guerra, Shunroku Hata fue perseguido y capturado por las fuerzas Aliadas de ocupación que lo llevaron a los tribunales de Tokio que juzgó los crímenes de guerra, en el proceso se demostró que ese hecho fue aislado dentro de su batallón pero, que no solo, no lo evitó, sino que lo fomentó y supervisó.

Nunca se supo que lo llevó a cometer semejantes crímenes, por ello en 1948 fue condenado a cadena perpetua. El cumplimiento de su condena “perpetua” quedó bajo la responsabilidad de las autoridades Japonesas, en 1955 para estupor del jurado que lo condenó, fue puesto en libertad condicional, el destino jugó su última broma cuando justamente un 10 de mayo, pero de 1962 falleció durante un acto de homenaje a los caídos en combate.

Esta efemérides tiene el objeto de recordar que una guerra es excremento del género humano, la delgada línea que divide un hecho bélico de un crimen de guerra es muy borrosa, que un héroe de foja intachable en un abrir y cerrar de ojos se puede transformar en un ser despreciable y desalmado y que los castigos por crímenes de guerra son meras muecas de burla en proporción a las atrocidades que se juzgan.

Por Redacción

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