Es agotador.
Al principio, te pedirá cada hora, en una crisis puede estar «enganchado» dos y tres horas seguidas, creerás que no tienes leche, dudarás, llorará como si tuviera hambre ¡y la tendrá!
y deberás darle para calmarle, pero muchas veces tendrá hambre de ti,
de tu cuerpo, de sentirse seguro en tus brazos, junto a tu pecho, sintiendo la leche calentita en su boca, el sabor a mamá, a maternidad, y SEGURIDAD,
tu olor, tu tacto, tu voz.
Si, es agotador, pero sentirle junto a ti, necesitándote y entregándose a ti, con total confianza, como si tú fueras el mundo, el todo, cuando te mira con ese amor, esa paz, cuando suspira, cuando se está durmiendo y se resiste a dejar de observar tus ojos mientras lo alimentas, como no queriendo dejar de verte.
Si, es agotador, pero tú puedes, tal vez no sabías todo lo que implicaría pero tú puedes y es el amor más puro, más desinteresado y más sano del mundo.
¡Y para toda la vida!