“Al ver la nave zozobrar un noble gesto les costo la vida”
La tragedia de la balandra Aurora frente al Paseo Presidente Billini, en la costa del mar Caribe fue un hecho que conmovió la ciudad de Santo Domingo a principio de siglo XX.
El que pasea hoy día por esa parte del Malecón, le llama la atención, una gran columna de estilo jónico, al pie de los arrecifes, la cual no obstante el tiempo, las tormentas y la furia del mar Caribe se conserva intacta.
Hoy muy pocos saben lo que conmemora, algunos de los vecinos de la zona, que interrogamos acerca del origen de la columna, nos hablaron del naufragio de un vapor alemán durante la segunda guerra mundial, otros no menos despistados refirieron que es un monumento al naufragio del Memphis.
Los sucesos que conmemora este puntal en la ruta de los huracanes, ocurrieron el 27 de septiembre de 1908. Refieren cronistas del hecho, que desde el día anterior, el mar estaba embravecido con un oleaje anormal que mantenía mojadas, calzadas y balaustradas del Paseo Presidente Billini.
El día 27 de septiembre olas inmensas elevaban sus crestas espumosas, cayendo pesadamente sobre las rocas y llenando de sal las fachadas de la ciudad, algunos vecinos, se había quedado en sus casas temiendo fuera un huracán, versión que circularía años después. A medida que subían las horas, los capitaleños se fueron reuniendo en la costa, desafiando la furia marina, mirando una balandra, que desde temprano luchaba por ganar el puerto.
La balandra Aurora, dice Juan Moscoso en La Cuna de América, era un desmantelado bajel que en vano había luchado por llegar al puerto, y que se hundió entre las olas embravecidas, dejando a merced de su suerte a tres tripulantes, que trataban de salvar sus vidas, flotando aferrados a un madero.
Angustiosa y triste era su lucha por ganar la orilla, mientras eran empujados por el oleaje hacia el litoral, la ciudad pendiente de su suerte, clamaba por su salvación, mientras un grupo de valientes dominicanos, había improvisado un cable de salvamento, pero desgraciadamente su noble y generoso empeño no tuvo, sino un efecto desgraciado, pues el cable, lejos de servirles a quienes se estaban ahogando, arrastró al mar a quienes intentaron salvarles pereciendo todos en su heroico y altruista esfuerzo.
Cuentan las crónicas de la época que una ola más grande que las otras, lavo de la costa a los que estaban pendientes de la soga, arrastrándoles a una muerte segura. La escena toda, fue de tristeza y de dolor.
Lucharon como héroes en los farallones por salvar a los náufragos, Emeterio Sánchez, Alfredo Ricart, Agliolinio Vicini, Lico Veloz, Eugenio Espetón, Leovigildo Castillo, Liquito Velásquez, Eugenio Sánchez, Lico Tejeda, Olegario Veloz, Alfredo Germes, Joaquín Vicioso, Jesualdo Castro, Versen (santomero), Alfredo Bass, Osvaldo Aybar, Fernando Garrido, Lico Ramírez, Luís Monserrate, Luís Bonetti, Alfredo Brache, Alfredo González, Pedro y Sebastián Yepes, Armando Mena, Alfonso Obregón, Luís Betances, Tomas Santana y Armando Ruiz. Deben mencionarse los capitanes de balandro: Antonio Amundaray; del Altagracia; Hipólito Travieso, del Corinto, y los marinos José Robiu, Lorenzo Ravelo, Pedrito Llispi y Alfredo Paulino. Los que perdieron la vida tratando de salvar a los náufragos fueron José Cueva, Casimiro Almonte, Eusebio Lugo, José Maíz y Miguel Veloz. Los del Aurora eran: Miguel Pérez, Juan Ramón Mandia y el puerriqueño Hilario Martínez. Eduardo Matos Díaz, en Santo Domingo de ayer, vida costumbre y acontecimientos define la balandra Aurora como balandra pescadora, lo que nos dice, la probable presencia de la balandra ese día en el mar.
La tragedia que enluto a la familia dominicana, se convirtió en un paradigma de la solidaridad. Como homenaje a tan magnánimo gesto, el Ayuntamiento de Santo Domingo, en el año de 1910 erigió esta columna que todavía está en pie.
A pocos años de la tragedia otro fenómeno, destruyó la tarja y parte del monumento por lo que hubo de ser reconstruido posteriormente, en tales reparaciones, en la nueva tarja, se cometieron dos errores: se omitió el nombre de uno de los náufragos y se cambio el nombre de otro por un personaje de la ciudad llamado Espertin Martínez.
Estas precisiones las debemos a una carta de don Francisco Veloz, publicada en El Caribe el 29 de septiembre de 1960, respondiendo una crónica aparecida días antes, en la misma, informa el señor Veloz, que en la tragedia, murieron ocho personas y no siete como ha quedado en la tarja y en la crónica.
Esa zona del Malecón de Santo Domingo antiguamente, era una rada abierta, considerada muy peligrosa a causa de los vientos y el oleaje, ya ocho años antes había ocurrido el naufragio del vapor Georges Crossis en el año de 1900. Detalla Francisco Veloz en su obra La Misericordia y sus contornos, que el mar estaba calmo ese día y que el naufragio fue provocado por la inestabilidad de la carga de reses que conducía. Después de la tragedia de la balandra Aurora, ocho años más tarde en 1916 la ciudad seria nueva vez testigo de otro naufragio, esta vez seria el USS Memphis. Este monumento que ha visto en estos cien años desfilar tantas tormentas y avatares, las que ha combatido con la reciedumbre de la materia prima que le diera origen, el valor y la solidaridad dominicana, quizás no sea capaz de vencer el más cruel de los vientos….. el olvido.
PUBLICADO POR GABRIEL ATILES BIDO
FOTO; COLUMNA CONMEMORATIVA. NAUFRAGIO DE LA BALANDRA AURORA
Diseño interior: Paseo Presidente Billini, Ciudad Colonial.
Fotografía: José Turull.
Construcción: 1908.