Jean Luis Jorge nació en Santiago de los Caballeros el 15 de abril de 1947.

Abandonó sus estudios de arquitectura naval en Estados Unidos para matricular Cine en la Universidad de California, en Los Ángeles (UCLA), donde obtuvo un Máster de Bellas Artes en Producción y Dirección Cinematográfica.

Su primer corto «Oh, my crazy aunts!» obtuvo mención especial en el Festival de Cortometrajes de Atlanta, Georgia.

Luego de dos cortos en 8 mm y otros cuatro en 16 mm, debutó en 1973 con el largometraje Las serpientes de la luna de los piratas, producido en Estados Unidos y hablado en francés. La película, cuyo título proviene de un poeta argentino y está dedicada a Greta Garbo, obtuvo el Gran Premio Cinéma d´Aujourd´hui en el Festival de Cine Joven de Toulon, dio a conocer un talento excepcional, refinado y extravagante cuya predilección por lo kitsch y trasgresor lo ubican, visto desde una perspectiva contemporánea, como un antecedente del cine de Almodóvar.

Su explosiva mezcla de pasión caribeña, glamour a lo Hollywood y noción histriónica de la escuela francesa se plasmó en una obra que combina lo anecdótico con lo surreal. Adelantado a su época, sus insólitas realizaciones han adquirido status de cine de culto.

Las serpientes… es un estudio psicológico de una bailarina neurótica cuyas obsesiones la llevan a perder el control de su propia existencia, que se debate entre la cotidianidad hogareña del día y su trabajo en un cabaret durante la noche.

Acerca de esta versión trash de Belle de jour, que transcurre a lo largo de cinco días con sus noches en un ambiente barroco y enrarecido de música ensordecedora, violencia, drogas y alcohol, su director comentó: «Yo estaba tratando de conseguir un cierto número de personas que, de acuerdo con todos los criterios burgueses, fueran consideradas como gente que no tiene ningún valor moral o trascendencia social. Por eso concebí el medio de los cabarets chicanos de Los Ángeles, de la peor categoría. (…) Decidí buscar una actriz que era una mejicana.

No una mujer necesariamente bella, pero una mujer de una gran intensidad emocional, y un travesti negro que, por el hecho de serlo, se coloca muy por debajo de todas las categorías sociales.»

Tres años después y una vez instalado en Francia, rodó su segundo largometraje, que no hizo sino confirmar sus dotes de estilista y precursor. Melodrama, seleccionado para la Semana de la Crítica en Cannes 1976, vuelve al tema de colisión entre la fantasía y la imaginación, representados esta vez por el mundo del teatro y la realidad de la vida diaria.

En la historia de un actor narcisista y bisexual que desaparece bajo la piel del gran amante que interpreta, J.L. Jorge remite, dentro de una estructura de rompecabezas absolutamente (pos)moderna, a los amores cinematográficos de Pola Negri y Rodolfo Valentino, en un relato que recicla el estilo y las convenciones de la era silente, incluidas la fotografía en blanco y negro (debida al cubano Ramón Suárez) y el recurso de los intertítulos.

En Francia dirigió también la puesta teatral de Maggie, acerca de Marilyn Monroe, en la cual se reservó el papel de Arthur Miller.

A Melodrama siguió el corto Afrodita, de clara vocación surrealista, descrito como una «aproximación al universo mágico de la diosa del amor, una frontera a caballo entre el deseo, la fantasía y el poder de los sueños eróticos», y que participara en la Bienal de Santo Domingo de ese mismo año. De vuelta a su patria, trabajó en teatro y Radio Televisión Dominicana, donde produjo espectáculos y dirigió videoclips y comerciales, labores todas que le valieron múltiples reconocimientos.

Fue asesinado en su apartamento, el 13 de marzo de 2000.

A pesar de lo relativamente escaso de su obra, realizada en su mayor parte fuera de República Dominicana, J.L. Jorge es uno de los autores más reverenciados en su país, dueño de una visión insólita y temeraria donde se conjugan temperamento latino y vocación universal.

Por Redacción

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