Mirna Santos revive el terror que sintió una mañana como hoy, cuando agentes del Servicio Secreto de la Policía Nacional penetraron hasta su casa en busca de su esposo, el dirigente del Movimiento Popular Dominicano, Amín Abel Hasbún. Embarazada, pensó que aquel sería su último día cuando los perpetradores subieron las escaleras de su casa.
La época se caracterizaba por el autoritarismo. “Todos sentimos temor. Era un despliegue de fuerzas terribles y estábamos solos”. Se refiere a ella, el pequeño Ernesto y su esposo, quien momentos después sería asesinado con un tiro de gracia de un revólver calibre 45.
“Eran muchos. Estaba rodeada la manzana completa”, recuerda la viuda, quien define el asesinato de su esposo, que en ese entonces tenía 28 años, como una “gran tragedia humana”, producto de su firme oposición al régimen de Joaquín Balaguer.
El disparo en la cabeza, aquel jueves 24 de septiembre de 1970, Día de Nuestra Señora de las Mercedes, tomó por sorpresa al joven Amín, sin tiempo para defenderse, y que su afanosa vida de intelectual y revolucionario culminó con una bala en la cabeza que tiñó de sangre las escaleras de su casa, la número 339 de la calle Francisco Henríquez y Carvajal.