Nacida con el nombre de Norma Jeane Mortenson, su madre, Gladys Pearl Baker se enteró de su embarazo, ya separada del noruego Edward Mortenson, sola y con un trabajo precario, dio a Norma en adopción, Albert e Ida Bolender fueron quienes la criaron.
A los 9 años fue adoptada por la mejor amiga de su madre, Grace Mckee, pero su esposo abusó de ella, le quitaron la custodia y fue adoptada por su tío Olive Brunings, a los 12 años volvió a ser abusada, esta vez por su primo.
Luego de deambular por varios hogares sustitutos a los 16 años se casó con el policía James Dougherty de 21, por un año hizo una vida hogareña, hasta que James fue reclutado para luchar en Austria, Norma y su suegra fueron enviadas a la fábrica de municiones de Burbank. Estando allí un fotógrafo realizó unas tomas para la revista “the Army Weekly”, estaba tan bella y radiante que apareció en la portada. la foto tuvo una repercusión inusitada, coincidiendo con el fin de la guerra, fue solicitada por la “Twenty Century Fox”, como su marido ya en casa se oponía, se divorciaron y fue el comienzo de una carrera meteórica.
El ejecutivo que la contrato le propuso el nombre “Marilyn Monroe” que aceptó gustosa, participó en decenas de films exitosos, en 1953 llegó su primer protagónico en “Niagara” y aparece en el primer número de Playboy, tenía el mundo a sus pies. Estuvo diez años en la cima, a principios de los 60 empezó a tener problemas de insomnio y consumo de barbitúricos, fue hospitalizada en varias oportunidades.
El 5 de agosto de 1962 la encontró la muerte, provocada por una sobredosis de fármacos y catalogada como «posible suicidio» dejó mas dudas que certezas.
Entre el silencio que reclamaban los Kennedy por su affaire con JFK y por tener datos de la complicidad de Frank Sinatra con la mafia, su muerte alimento los diarios durante décadas, pero es su belleza lo que la hace eterna.