Bell siempre fue capaz de defender sus derechos ante los tribunales, lo que le valió ser considerado durante años como el inventor legal del teléfono.
El 2 de Agosto de 1922, en Beinn Bhreagh, Canadá, fallecía el pianista, locutor, ventrílocuo, fonoaudiólogo e inventor Alexander Graham Bell.
Graham Bell es conocido por ser el inventor del primer teléfono patentado, sin embargo también trabajó en el campo del sonido y en el desarrollo de sistemas que fueran aptos para sordos, además de ser uno de los fundadores de National Geographic Society.
la invención del teléfono siempre ha sido una cuestión polémica dentro de la historia. De hecho, a principios del siglo XXI se escribió un capítulo que hacía justicia con el verdadero inventor de este aparato. Considerado como el inventor del teléfono durante 143 años, Alexander Graham Bell, nacido el 3 de marzo de 1847 en Edimburgo, fue desposeído de tan honorable honor el 11 de junio de 2002.
Nació el 3 de Marzo de 1847 en Edimburgo, Escocia, inquieto y rebelde, canalizaba su energía inventando, con solo 12 años, a pedido de un vecino, creó un mecanismo para descortezar el trigo. Una progresiva sordera de su madre lo hizo interesarse en todo lo que tuviera que ver con el habla y el sonido, perfeccionó su dicción y aprendió el arte de la ventriloquía.
Estudió acústica y colaboró con su padre en la edición de la segunda edición de «The Standard Elocutionist» un libro donde se perfeccionan los lenguajes de señas. Junto a su hermano mayor, construyó un «Autómata», un hombre mecánico con un cráneo artificial, que por medio de válvulas y exclusas podía reproducir sonidos similares a la voz humana.
La muerte por tuberculosis de su hermano menor movió los cimientos de la familia que decidió emigrar a América. Instalados en Canadá terminó sus estudios de Latín, Griego, Locución y Física, y se dedicó a investigar la relación entre el sonido y la electricidad. En 1860 el Italo-americano «Antonio Meucci» había presentado en público la gema del teléfono, y comenzó un tortuoso trámite para obtener la patente que cayó en laberintos burocráticos. Para agilizar el trámite le remitió el prototipo a las oficinas de Western Union Telegraph Company, que oportunamente, la «extravió», esa misma oficina en 1876 certificó la patente de Bell sobre la invención del «Teléfono». El proceso legal desgastó a ambos, aunque mientras tanto Bell cobraba las regalías, Meucci falleció en 1889 y fue olvidado rápidamente.
Bell fue víctima de sus propios métodos cuando en Europa se comenzó a utilizar su invento sin permisos. Compró la patente del micrófono de carbón a Edison para potenciar la eficiencia del teléfono, en solo 10 años de vida la «Bell Telephone Company» ya tenía 150 mil usuarios. Bell pasó el resto de su vida mas tiempo en los tribunales que en el laboratorio, sin embargo tuvo tiempo para estudiar la manera de enviar sonidos por un haz de luz, sentando las bases de la fibra óptica.
También creó el primer prototipo de impresión de un campo magnético para reproducir un sonido, si bien no pudo culminar su invento, es el creador de la grabación magnetofónica. Una anemia perniciosa acabó con su vida el 2 de Agosto de 1922. En el año 2002, la cámara de representantes de los EEUU reconoció las irregularidades en el proceso de patentamiento del teléfono reconociendo el aporte invaluable de Meucci y dejando en suspenso una definición de fondo.
Tampoco se puede atribuir al inventor escocés Graham Bell la primera frase pronunciada a través de este aparato. El término «teléfono» se debe al científico e inventor alemán Johann Philipp Reis, que hacia 1860 pronunció una frase en un aparato similar, pero que nunca llegó a perfeccionar. Ésta fue bastante más extravagante que la que pronunciaría Bell años después: «Das pferd frisst keinen gurkensalat» (El caballo no come ensalada de pepino).
DEMANDAS Y BATALLAS LEGALES
Graham Bell tuvo que hacer frente a mas de seiscientas demandas por parte de sus competidores entre las que se encontraban la del inventor Elisha Gray y la del propio Meucci. A pesar de esto, Bell siempre supo defender sus derechos ante los tribunales, lo que le valió ser considerado durante años como el inventor legal del teléfono. La competición por saber quién fue el primero en presentar la solicitud de patente en la oficina de registro fue muy reñida.
El 14 de febrero de 1876 empezó una batalla legal, técnica e histórica que ha mantenido a los académicos ocupados durante casi un siglo y medio. Durante este tiempo se ha intentado responder a varias cuestiones cruciales: ¿Qué patente fue la que llegó primero a la oficina? ¿Cuál de las dos inventos fue el primero? Y, sobre todo, ¿plagió Bell el transmisor de Gray tras tener acceso a la advertencia de patente de su rival? ¿Fue ésa la clave para que Bell pudiera transmitir sus primeras palabras por teléfono el 10 de marzo de 1876?
Algunos autores como A. Edward Evenson han defendido la hipótesis del plagio. Evenson, en su libro The Telephone Patent Conspiracy of 1876, llegó a la conclusión de que fueron los propios abogados de Graham Bell, y no el inventor, quienes copiaron el diseño de Gray en la versión de la patente que finalmente fue depositada con el número US178399A . Asimismo, en la obra The Telephone Gambit, su autor, Seth Shulman, documentó ampliamente el plagio. Según Shulman, éste fue posible gracias al soborno de un examinador de patentes llamado Zenas Wilber. Pero en el bando opuesto, los partidarios de Bell argumentaron que su trabajo se basó en sus propias investigaciones y que el transmisor de Gray no era funcional. Sea como fuere, el 7 de marzo de 1876 Bell recibió la concesión de la patente.
VISIÓN DE NEGOCIO
Según el Conservador Emérito de Colecciones de Electricidad del Museo Nacional de Historia de EE. UU. de la Smithsonian Institution, Bernard Finn: «El ‘plagio’ de Bell puede decir algo de su carácter (o del de sus abogados), pero no tiene nada que ver con la invención». Aunque Bell se inspirara en el transmisor líquido de Gray, esta petición de su patente no fue aceptada. Según Finn: «Bell tuvo problemas con el dispositivo (debido, pienso según mis propios experimentos, a la descomposición del agua), y regresó al transmisor de inducción». Por este motivo, Finn opina que el supuesto plagio no fue tan decisivo para el trabajo de Bell, sino «más bien una distracción». Finn resuelve la polémica con el siguiente argumento: «Bell vio más claramente que Gray las posibilidades comerciales, solicitó la patente y continuó trabajando en su invención, que se introdujo al año siguiente. El hecho de que Gray depositara una advertencia sugiere que no estaba seguro del alcance de lo que hacía; no tuvo esa visión de futuro y dejó escapar el tiempo crítico».
Tres días después de que se emitiera su patente, el 10 de marzo de 1876, Bell logró que su teléfono funcionara. Para ello usó un transmisor líquido similar al del diseño de Gray. La vibración del diafragma hizo que una aguja vibrara en el agua y que ésta variara la resistencia eléctrica en el circuito. Cuando Bell pronunció la famosa frase: «Mr. Watson venga aquí, quiero verle» en el transmisor líquido, su ayudante Thomas Augustus Watson, que estaba escuchando en la habitación contigua, recibió el mensaje con claridad.