En el norte, tropas dominicanas, comandadas por el General Juan Luís Franco Bidó libran, en Sabana Larga, la batalla que puede considerarse decisiva para convencer a los haitianos que no lograrían ocupar de nuevo el territorio dominicano, siendo el ejército haitiano derrotado aparatosamente.
Las tropas del ejército haitiano estaban comandadas por el mismo emperador haitiano Faustino I (Faustino Soulouque). En su retirada, los haitianos son sorprendidos en su retaguardia por tropas dominicanas en la Sabana de Jácuba, completándose el triunfo. El General Fernando Valerio y el coronel José Desiderio Valverde se distinguieron en la célebre jornada.
«Teniendo como escenario los extensos campos de Sabana Larga, Dajabón, con un frente de más de quince kilómetros y una profundidad de diez y nueve kilómetros, y como eje central el río Macabón -hoy Arroyo Macaboncito-… Siendo las 07:30 horas, el enemigo inició su ofensiva desatando fuego de artillería continua sobre el ala izquierda del Ejército dominicano, haciendo retroceder las tropas al mando de los coroneles Hungría y Batista.
El general Juan Luis Franco Bidó, comandante de las fuerzas militares dominicanas, resolvió enviar refuerzos. Formó una columna de quinientos hombres, que puso bajo el mando del activo comandante José Antonio Salcedo, pudiendo los coroneles Hungría y Batista recobrar fuerzas, gracias al oportuno auxilio, tomando de nuevo la ofensiva, atacando… a las 09:00 horas, una columna haitiana, comandada por el general Prophette, atacó a las tropas dominicanas concentradas en Sabana Larga, cuyos jefes, conscientes de la inferioridad numérica de sus fuerzas […] le tenían preparada una emboscada […] retirando hábilmente parte del personal a la entrada de Arroyo Macabón… Algunas de nuestras piezas de artillería, la infantería -soldados a pie-, quedaban camufladas entre los hierbajos del lugar, detrás, quedó la caballería debajo de los arbustos.
«El mando militar dominicano dejó hábilmente que los haitianos se acercaran, y, cuando estaban a distancia de tiro, nuestros cañones comenzaron a rugir incesantemente. Se da la señal, y nuestros bravos infantes, que estaban en el suelo […] se levantaron como bólidos lanzando una potente descarga de fusilería al sorprendido y aterrado enemigo. «Tras ese acontecimiento, las tropas del centro dominicano -con audaces movimientos tácticos-, rechazaron valientemente al enemigo, haciéndolo retroceder hasta el Cerro de Plata o El Alto de Caobanita, donde se parapetaron defendidos por su artillería y encubiertos por las trincheras que ahí poseían; hasta allí fueron los implacables guerreros dominicanos a combatirlos, entablándose una esforzada lucha, mientras, el ala derecha del Ejército dominicano, se movía en dirección hacia Cayuco, tras la sierra y cerros de Jácuba.
El ala izquierda de nuestro Ejército, al mando de los coroneles Hungría y Batista, que se encontraba en las cercanías de Guayabo, al oír hacia el Este el obstinado cañoneo, se devolvió rauda hacia el lugar de combate, para reforzar las tropas de Valerio, que perseguían las huestes del general Prophette que huían despavoridamente… «Mientras tanto, el ala derecha del Ejército dominicano bajó hacia el suroeste de la sabana de Jácuba, para […] cortar la retirada haitiana… la rápida acción y el ataque contundente al centro de la masa enemiga, creó confusión, provocando la dispersión de sus tropas, lo que le produjo a las huestes haitianas, junto a las bajas sufridas en otros combates, la suma total de aproximadamente dos mil muertos, constituyendo con estos datos la batalla más sangrienta en la guerra dominico-haitiana.
Las fuerzas de caballería dominicanas persiguieron en forma tenaz a las tropas haitianas que se retiraban desesperadamente en desbandada, siendo hostigadas sin descanso hasta el poblado de Dajabón. «Al momento en que el valiente coronel Rodríguez tomó una pieza de artillería haitiana, recibió un metrallazo que le voló de cuajo una pierna. En ese estado, cual Cid Campeador criollo, fue montado por sus leales subalternos sobre el cañón capturado y arrastrado por éstos, emocionados y conmovidos a la vez con el impactante suceso.
Entonces, al aguerrido coronel Rodríguez le fallaron las fuerzas y fue trasladado en una camilla, para socorros médicos, pero expiró en Guayubín como un soldado matrimoniado con la gloria. «El coronel Gerónimo de Peña fue otro de los oficiales superiores que abonaron el campo de Batalla en Sabana Larga, con su sangre, dejando la huella indeleble del héroe militar dominicano. En el parte oficial del general dominicano triunfante, Juan Luis Franco Bidó, se consigna que, después de una jornada de tal magnitud, a las 16:00 horas, cesó el fuego y ya quedaban ellos, los haitianos -en sus límites- , donde siempre deben mantenerse; con la buena voluntad y apoyo recíproco de dos naciones hermanas que comparten una isla». (Vicealmirante Homero Luis Lajara Solá, «Sabana Larga consolida la Independencia», Listín Diario, 26 de marzo de 2013.
Las acciones de este día, constituyen históricamente éste el último intento de los gobernantes haitianos por desconocer y eliminar a la nueva nación que, como República Dominicana, había surgido en la parte este de la isla. Con esta victoria, quedaron definitivamente consolidados, y materializados, sin punto de retorno, los ideales del Patricio Juan Pablo Duarte. Mismos por los que lucharon y/o dieron sus vidas Francisco del Rosario Sánchez, Matías Ramón Mella y muchos otros patriotas merecedores todos, y más que nadie, del apelativo de patriotas y del gentilicio dominicanos.